Los
agricultores de Para, en su mayoría eran indígenas y mestizos haciendo un total
aproximado de 300 habitantes, quienes conformaron una población de tipo rural.
Los mismos que irrigaban las pampas de Para Grande con las aguas del rio
Caramolle, el cual la mayor parte del año permanecía seco, siendo su mayor
afluencia hídrica en los meses de enero a marzo.
La
palabra Para proviene de la voz Aymara Phara, que significa “seco”, suelo con
grietas, piel de viejo, porque se arruga. Se denomina así porque allí se
acumulaba la greda amarillenta como consecuencia del constante residuo que
traía el río Caplina en épocas de lluvia.
Por
otro lado existe una leyenda que explica
el origen del nombre de Para, y que fue investigada por estudiantes de la
Escuela Mixta de Para en el año de
1951.
Hechas la conclusiones de éstas, resulta que por Para transitaban en los
tiempos de la conquista española, un grupo de soldados que iban de paso al
corregimiento de Arica y al llegar al sitio denominado “La Pascana” (existen
los restos), situado al pie del pueblo, uno de los jefes españoles gritó:¡Para!
¡Para!
Y desde entonces tomó este lugar el nombre de Para.
En
la época de los incas y antes de ella, este pueblo comprendía varios Ayllus,
hoy desaparecidos: como el
Chassapalla, Ichu y Kinchay,
dependientes del Cacique Urinsayas o Abajeños.
Apenas
llegan los españoles al valle de Tacana se percataron que aquí existía un
potentado indio natural, quien era dueño de la gran hacienda de Para, se
referían a Diego Caqui, quien
al testamentar y
luego fallecer en el año
1558
deja como herederos a Diego Ara y Pedro Ara, lo que provocó una decadencia
agrícola, abandonándose los Ayllus de este sector. Posteriormente, en la época
del virrey Conde de Superonda, con una nueva reglamentación de aguas, se
canjearon estas tierras por las que pertenecían al cacique Coque, hijo del
cacique Istaca, en Tocuco. Desde entonces se inicia el latifundismo, en el
valle, adjudicándose al cacique una gran extensión de tierras.
Proclamada
la independencia del Perú, las tierras del Latifundio de Para, se convirtieron
en una gran Hacienda, que se conservaba hasta la década de lo 50, dividida en
dos fundos: Para Grande y Para Chico, las mismas que pertenecían hasta 1825 al
cacique Toribio Ara. Luego la hacienda fue entregada a sus hijos José Rosa Ara
y María Concepción Ara.
Posteriormente,
a partir de 1860 fueron dueños los Forero hasta el año 1920, y después son
propietarios los Morris.
A.
Actividades y costumbres
La
mayoría de los pobladores se dedican a la agricultura que les proporciona los
medios necesarios de vida pero debido a la poca cultura de estos hombres y a
sus costumbres arraigadas, propias de la raza, no satisfacen ni sus necesidades
primordiales; como ser una vivienda higiénica, una buena alimentación, y una
vida sana, viven en casuchas de barro y caña, sin condiciones higiénicas
óptimas, generalmente constan de un solo cuarto, la misma que sirve para toda
la familia. El piso de esta casa lo constituye el propio suelo del terreno,
donde tienden sus cueros para dormir y arman sus camas.
Su
alimentación lo constituye el maíz, papa, ají, charqui, zapallo, camotes,
grasas, algunas verduras y frutas.
La
vida diaria laboriosa y monótona del poblador de Para consiste en que la
mayoría de los días, apenas llegada la noche, se entregan cansados al sueño
reparador, para levantarse luego muy de madrugada a labrar la tierra y cumplir
sus tareas diarias. Estas formas de vida los convierten en seres de carácter
retraído, desconfiado y huraño, sobre todo con los extraños, pero cono los
suyos son francos y se cuidan las cosas mutuamente. El pareño es activo y se da
tiempo para realizar tareas en otras chacras; tales como la de regador, peón
agrícola, etc., buscándose así otras fuentes de ingresos. En el caso de la
mujer, ellas llevaban hortalizas a la Recova de la ciudad.
B.
FIESTAS COSTUMBRISTAS
En
este pueblo se celebran especialmente fiestas religiosas, principalmente la
fiesta de la Cruz del 3 de mayo, la fiesta de la Purísima Concepción de la
Virgen María del 8 de diciembre y la del Señor de los Milagros.
Estas
fiestas son muy concurridas por los pobladores. No faltando los bailes y
comparsas de morenos, con vestimentas propias
de las costumbres del puerto de Arica y luego traídas a Tacna. Éstas son
amenizadas por las bandas regionales, compuestas de instrumentos fabricados, en
muchos casos, por ellos mismos, y que consisten en: bombo, tambores, quenas,
flautas, zampoñas, etc.
También
recordaban el día de Todos los Santos, arreglando “la mesas”, que consisten en
presentar las comidas que le gustaban al difunto de la casa. Éstas son
generalmente: el chupe, el arroz amarillo de gallina, el picante, las humitas,
dulces amasados con harina de maíz, cancha, mote, etc. y como bebida, la
chicha.
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