Es
destacable la participación de estas fieles mujeres para con sus esposos, hijos y demás integrantes de la Columna de
Agricultores de Para, quienes desde el 2 hasta el 26 de mayo de 1880, y aun
después, asistieron con alimentos, ayuda y traslado de sus muertos.
Si
pues, a pesar del clima otoñal y de frígidas
mañanas, ellas jamás dejaron
de asistir a los valientes de
Para. Ellas, con sus camisones de tocuyo, con sus faldas teñidas
con ayrampo y tejidas en colores característicos, ellas, con sus dos trenzas
gruesas por su abundante cabello, ellas, con sus ojotas curtidas de cuero de
llama, con sus sombreros rústicos de ovino, por último, ellas con sus llicllas
que servían para llevar los comestibles.
Sí, Estas mujeres, en su mayoría de Para, de Tarata, de Candarave, de Ilabaya,
de Alto Perú, etc., forjaron para las actuales generaciones, ejemplo de entrega
y identidad nacional.
La señora Sara Neuhaus de Ledgard admite, en su
obra; Recuerdos de la Batalla del Campo de la
Alianza, la siguiente versión: “Al ingresar a Tacna el ejército invasor nos llamó profundamente la atención, ver entre los hombres una mujer que venía con botas, kepí y sable. Era una célebre cantinera que había asistido a todas las batallas libradas contra nuestro ejército”. ¡Qué diferencia entre ésta mujer y las rabonas que iban detrás del ejército peruano; unas pobres cholas, valientes y resignadas que soportaban todas las fatigas de las marchas, prestando los servicios que les era posible dentro de su condición y combatiendo a veces al lado de los hombres, con los fusiles que arrancaban de las manos crispadas de los muertos!
Alianza, la siguiente versión: “Al ingresar a Tacna el ejército invasor nos llamó profundamente la atención, ver entre los hombres una mujer que venía con botas, kepí y sable. Era una célebre cantinera que había asistido a todas las batallas libradas contra nuestro ejército”. ¡Qué diferencia entre ésta mujer y las rabonas que iban detrás del ejército peruano; unas pobres cholas, valientes y resignadas que soportaban todas las fatigas de las marchas, prestando los servicios que les era posible dentro de su condición y combatiendo a veces al lado de los hombres, con los fusiles que arrancaban de las manos crispadas de los muertos!
Este
párrafo nos dice claramente que la mujer de Para no solo asistió a los caídos,
también ellas pelaron, ellas lucharon, ellas empuñaron un rifle y dispararon,
seguramente murieron.
lamentablemente,
la historia oficial peruana no rescata, el papel anónimo que cumplieron con
nuestra patria dichas damas, ¿Será porque se menosprecia el status socio
cultural a la cual pertenecían?, ¿Será porque eran aymaras, quechuas o por el
limitado lenguaje español que poseyeron?
Sin
lugar a dudas, la mujer tacneña, en especial la Pareña tuvo una labor sacrificada sin agenda, sin libreto, sin
premio ni registro y mucho menos sin estimulo del gobierno peruano, pero es
innegable que en los manuscritos de los corresponsales de guerra aliados, no se
las menciona.
Quizás
mañana alguien descubra sus nombres de todas ellas que lucharon en 1880 y
podamos rendir mejor tributo.
Mujer
pareña, en este presente te hacemos justicia rescatando la historia, ya
que como escribió el historiador Daniel
Ballivián, sin las “rabonas” no era pensable la defensa de la patria.
Si
pues, estas fueron las mujeres de los hoy también héroes desconocidos, de los
agricultores a quienes asistieron, en algunos casos heridos, en otros casos
muertos para luego trasladarlos al Panteón de Para. De allí la denominación de
“rabonas”.
Nosotros
no somos partidarios de la denominación “rabonas”, debido a que constituye un
término despectivo, humillante y discriminatorio con el cual algunos
historiadores quisieron tipificar a estas heroicas damas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario